Música, Morodo.

Ayer tuve la suerte de cumplir un sueño, una de las personas que cambió mi vida, mi forma de ser, mi forma de pensar, mi forma de vestir, la persona por la que desde enana he querido llevar dreadlocks siempre, por quien el reggae me parece lo más grande y no pasa un día sin que cante sus canciones y sonría con ello… Cada día de mi vida desde que tenía doce años he soñado con el momento de tenerle delante, de ver esas dreads, admirarle y cantar al unísono en un concierto en sala. Verle ayer tan de cerca fue una de las mejores sensaciones que recuerdo en los últimos años…
Rubén es una persona que ha acompañado en mi vida muchos momentos, desde el mas dulce hasta el mas amargo, desde «Felicidad» a «Binghi no cry», le recuerdo sonando en tantos lugares distintos…
Recuerdo que la primera vez que escuché reggae fue «Tu eres como el fuego», canción que admiro y que ayer tuve la suerte de escuchar y cantar como nunca, a pesar de que la fiebre y el malestar general que conlleva un constipado no me permitieron disfrutar de la experiencia al 100%, estoy segura que di de mi un 200% de lo que mi cuerpo me permitía en ese momento.

A veces pienso que a pesar de no haber mediado hasta ayer palabra alguna con él, ha estado a mi lado en muchísimos mas momentos que cualquier otra persona sobre la faz de la tierra, y eso, sin conocer absolutamente de nada alguien, al menos a mi me hace admirarle, tener la capacidad de saber que cada día de tu vida estás haciendo feliz a alguien, animandole, o haciendole soltar todas esas lágrimas que nos hace falta soltar a veces para desahogarnos, que sin saberlo en todo momento hay alguien escuchando su voz…
También tengo que decir que admiro el poder que tiene sobre su voz, ya que en innumerables ocasiones he intentado sacar una voz similar y mantenerla durante alguna de sus canciones (desde «bad bwoys» hasta «divina ciencia» pasando por otro sinfín de letras que tengo memorizadas) y no lo he conseguido ni la mitad de las veces. Le admiro a el, admiro sus letras, admiro su voz, admiro su manera de pensar, admiro sus rastas, y admiro las sensaciones que me recorren cuando escucho su música.

Morodo, por muchos años más escuchándote, eres enorme.

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